miércoles, 30 de septiembre de 2009

sábado, 26 de septiembre de 2009

Sin nariz de Payaso...

Esperó hasta último momento. Quería estar, se moría por redimirse en el clásico y volver a ser ovacionado por la gente de Racing. Pablo Lugüercio, quien sufrió un esguince de rodilla derecha contra San Lorenzo, se esforzó al máximo pero ayer quedó descartado. El Payaso trabajó de manera diferenciada e hizo kinesiología en el country de City Bell, donde se entrena Estudiantes, y a pesar de que la lesión es leve y tuvo una notable mejoría, el cuerpo médico de Racing le bajó el pulgar. "Pablo es un jugador muy importante para nosotros, por todo lo que se entrega y contagia. Es una pena", señaló Caruso. En su lugar ingresará Castromán y hará dupla ofensiva con Rubén Ramírez, otro que recuperará su lugar entre los 11. La buena noticia es que volvería para jugar contra Huracán y Boca.

viernes, 25 de septiembre de 2009

domingo, 13 de septiembre de 2009

Crisis matrimonial


Son esas conductas que antes enamoraban y que con el correr del tiempo van empezando a molestar y a desgastar una relación que hasta hace poco era pura pasión. Como una pareja que está ingresando en una crisis, lo que antes seducía hoy molesta. La relación entre Caruso Lombardi y los hinchas de Racing no es de odio, claro está, pero ya no es de un amor incondicional más allá de cualquier desliz. Quedó en claro luego del magro empate de la Academia frente a Gimnasia. El grueso de la gente, por el bajísimo nivel futbolístico del equipo y la poca ambición desde el banco, despidió a los jugadores con silbidos y le pidió al técnico ser un poco más ofensivo.

El cambio de Mercado por Rosano, en el entretiempo, y el tardío ingreso de Grazzini, cuando el Lobo ya había empatado, fueron los puntos que más irritaron. Es cierto que si la Acadé hubiera ganado los silbidos no habrían sido vox populi, tal como pasó durante el campeonato pasado, pero si a la suerte no se la ayuda... "Si no nos empataban la gente se hubiera ido un poco más contenta... Los empates pueden haber quebrado el idilio con la gente, pero yo nunca les voy a reprochar nada. Los hinchas sufren a la par nuestra... Hay que saber convivir con las alegrías y con las no tantas. Cuando a uno lo alababan era Dios y ahora soy el diablo. Pero sigo firme, tranquilo y no me molesta", explicó el entrenador.

Quizás el contexto de este nuevo Racing sea lo que genere cierto malestar en el público. Cuando llegó Caruso, tras la ida de Llop, el equipo estaba en la lona y con serio riesgo de perder la categoría. El DT, con un juego sin brillo pero efectivo, planteó cada macht como un juego de ajedrez, golpeó en el momento justo de cada partido y después reculó para aguantar el resultado. Hoy, en la misma situación numérica, pero con mayor margen, el ámbito parece ideal para intentar probar a un equipo más protagonista y que no dependa tanto de la faz defensiva para conseguir un triunfo. Por eso el nombre que más pide el hincha común es el Sebastián Grazzini, un enganche que puede acortar distancias con la lejana dupla de atacantes.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Musica

El arco tiene dueño


Entre los silbidos con que los hinchas de Racing despidieron a sus jugadores, entre una profunda decepción frente a un partido que se le escapó por la exagerada postura del equipo de meterse atrás, entre la preocupación por la ausencia de triunfos en el torneo... Entre tantos motivos de malestar, hubo algo positivo para Ricardo Caruso Lombardi: encontró al arquero. Luego de prácticamente no haber tenido trabajo en su debut, ante Arsenal, anoche Jorge De Olivera fue exigido muchísimo y respondió con una solvencia que le permitirá seguir como titular. Es decir, le robó el puesto a Pablo Santillo, quien dejó algunas dudas en sus primeros dos partidos y viene de un esguince en el tobillo izquierdo que lo marginó hasta del banco.

"Estoy viviendo un sueño con esto de poder atajar en un club grande, y encima en este nivel. Ojalá lo mantenga", expresó el arquero. Consultado sobre su futuro más inmediato, sus declaraciones llevaron impregnada una cautela considerable: "No sé si voy a continuar de titular, eso es algo que decidirá el entrenador. Yo tendré que acatar lo que él elija".

Sólo el centro de Stracqualursi hacia atrás, previo a que Chirola Romero la empujara al gol del empate, pudo vulnerar a Dida, dueño de una noche que rozó la perfección. En los centros, en los remates por abajo y en los de arriba. Siempre transmitió una seguridad plena que no se vio en Racing desde el estreno de Hilario Navarro. Fueron seis las pelotas de gol que tapó, la mayoría en el primer tiempo: voló hacia su izquierda y con la mano cambiada sacó un tiro de Cardozo que iba al ángulo izquierdo, controló dos cabezazos difíciles a Stracqualursi, mandó al córner un disparo de Rinaudo, le sacó un complicado remate a Vizcarra y en el segundo tiempo le detuvo un tiro libre potente de Maldonado, pese a que la barrera obstaculizó su visión. Además, nunca se complicó con los pies.

Voló mucho, resolvió bien por estar ubicado y en los envíos aéreos atenazó la bocha desde su 1,96 metro. Más allá de las cualidades técnicas, también les habló constantemente a sus compañeros para que se alejaran del área y adelantaran las líneas. Como sus gritos no alcanzaron, se le observaron gestos de incomodidad y resignación. Pero fue la figura, el hombre determinante para que la derrota de Racing no fuera todavía más profunda. A él se lo debe el equipo.